EL GRECO Y SUS APOSTOLADOS.

Sin la figura del Greco, la pintura dentro de España en el Renacimiento hubiera dejado mucho que desear. Autor que se encuadra dentro del periodo renacentista español aunque su pintura no encaja con ningún movimiento. “Es el único sucesor verdadero de Tintoretto” según Arnold Hauser[1].
Fue muy estimado y respetado en Toledo a pesar de las extravagantes pinturas que hacía. En medio de su colorido duro y extraño, siempre se descubre en su obra el cierto saber de gran  maestro, particularmente su dibujo.
Son varias las series de Apostolados que el Greco realizó a lo largo de su vida, aunque son obras pertenecientes a su época tardía. Fechado el de Oviedo en torno a 1590 sabemos que los otros Apostolados de Toledo son posteriores, siendo el de la Casa y Museo de el Greco el más tardío y en el que se expresa la mayor libertad técnica y violencia expresiva.
Efectuaremos un breve recorrido por la vida, obra y estilo del Greco para profundizar en los Apostolados, su uso e iconografía y nos servirá de ejemplo el de Oviedo por ser el más antiguo datado y por su cercanía para visitarlo y reconocerlo en mayor profundidad.
EL GRECO, BREVE APUNTE BIOGRÁFICO
De nombre Domenikos Theotokopoulos nace en la isla de Creta (en Candía) en 1541, lugar que se encuentra bajo soberanía Veneciana. Era hijo de un rico mercader, por lo que tenía mayores facilidades para poder conseguir una buena cultura. Empezó su carrera artística en un taller de pintura en Italia recibió influencias tanto de la pintura veneciana como de prestigiosos pintores italianos y de la obra de grandes artistas como Miguel Ángel, Leonardo, Rafael o Tiziano y en todo caso los interpretó a su manera, dotando su aprendizaje de un peculiar manierismo. En 1572 forma parte de la Academia de San Lucas en Roma como miembro.
Tuvo un hijo en 1578, Jorge Manuel Theotocopouli, pero nada se sabe de su madre salvo el nombre, Jerónima de las Cuevas. Pero no hay referencia a ella ni como esposa  ni se habla en lugar alguno de su matrimonio.
Viaja a España atraído por la oferta de Felipe II  que buscaba artistas para la ornamentación del Escorial. Para ser seleccionado entrega el cuadro San Mauricio y la legión Tebana (1580) pero no es del agrado del monarca. Cuando se lo entrega al rey a este no le gusta, aunque si se lo paga de manera espléndida.



Vista de Toledo. Oleo. (1596-1600).
Metropolitan Museum de Nueva York.

Este episodio restó confianza y fama al pintor, que se retira a Toledo. Allí, tras varios años consigue de nuevo una cierta fortuna y respeto como pintor, protegido de ricos mercaderes asentados en Toledo. Realiza obras por encargo como El entierro del Conde Orgaz (1586), que causa estupor al contemplarse. Realiza también numerosos retratos por encargo, la mayoría de los que conocemos anónimos como El Caballero de la mano en el pecho. Tiene por costumbre incluir en muchos cuadros numerosas vistas de Toledo.  Realiza tabernáculos, retablos y pinta lienzos para altares y encargos de la rica sociedad toledana.

El  7 de Abril de 1614 fallece y recibe sepultura en Santo Domingo el Antiguo de Toledo.
 

Féretro del Greco.
Foto del Autor.
Fachada de Santo Domingo el Antiguo de Toledo
Obra de Juan de Herrera (s.XVI). Foto del Autor.
UN  ESTILO MUY PERSONAL
Sin ánimo de agotar el tema podemos hacer un resumen del peculiar estilo del maestro que se verá de relieve en sus series como las de los Apostolados que nos corresponden en este estudio. A modo de enumeración podemos determinar las siguientes características estilísticas de la maniera personal en la obra del Greco.
Cuenta con un excesivo canon elevado de las figuras, que aparecen alargadas, se dicen muchas cosas sobre el porqué de este alargamiento de figuras. Se han barajado hipótesis como un posible defecto en la visión o que era excesivamente espiritual, pero nada es seguro al respecto.
Utiliza la técnica del sfumato leonardesco perfectamente y con soltura. Líneas poco definidas. Pinta con una pincelada gruesa. Aparecen los dorados y los azules con profusión en muchas de sus obras  aunque su colorido es poco luminoso en general y cambia en el transcurso de su vida hacia tonos más apagados. Las figuras adoptan muchos escorzos y exageraciones destacadas sobre fondos oscuros que dotan a su obra de un aire tenebrista con fuertes contrastes. Es muy característico su modo de representar el cielo con grises, siempre tumultuoso y que parece que va a romper en una tormenta pero al mismo tiempo es tranquilo, lleno de nubes vaporosas. De igual modo serán características las barbas, pintadas como verdaderos algodones que parecen poder ser captados con nuestras propias manos. Se muestra como gran retratista, donde prima el estudio anatómico de la mano, que es para él una obsesión.
Llega a alcanzar verdaderos logros técnicos como lo demuestra en El entierro del Conde de Orgaz. En esta obra se aprecia un buen empleo de la técnica, la perspectiva, o las calidades del ropaje en las figuras religiosas. Como ejemplo de esa sutileza técnica el de la tela de un sacerdote la cual llega a transparentar el hábito negro, siendo esta una tela blanca.
Pero el verdadero genio que aparece en la figura del Greco es en su última etapa, donde el pintor ya se ha formado completamente y crea su propio estilo adelantándose en su propia época. Un estilo en el que la figura ya importa menos y deja paso el alma y el sentimiento.
ESTUDIO SOBRE LOS APOSTOLADOS
Cuando le descendieron los encargos de la Iglesia y por motivos meramente comerciales, se refugió con éxito en la producción de series como fueron los Apostolados, Las Sagradas Familias y los San Francisco. Para ello organizó perfectas líneas de producción de venta fácil, pues su demanda era elevada y la  salida era sencilla. Además eran fáciles de interpretar para todo el público.
Todas las obras que tienen este tipo de salidas comerciales tienen también la mano de su taller. Hoy por hoy se reconoce en algunos cuadros de estas series hasta tres manos diferentes a las del maestro. Se puede reconocer incluso la de su hijo Jorge Manuel. Muchas de ellas eran las misma de manera habitual que a buen seguro era de algún obrero del taller, pero se desconocen sus nombres. La alta demanda de este tipo de trabajos hizo que reuniera a importantes copistas que migraron hacia su taller. En él se producía solamente la primera capa sobre lienzo. La técnica especial del Greco no la reproducía ninguno de sus obreros ya que tan sólo él daba ese toque a su obra y sabemos que salía así de sus propias manos.
Los Apostolados tienen un carácter devocionario. El tema tratado servía para ser utilizado en las sacristías o para ser colgados en los laterales de las iglesias, salas capitulares o aulas conventuales. El Greco consigue con sus apóstoles una versión libérrima y arrebatadora de un tema que era constante en la iconografía Cristiana. La tradición medieval, que se apoyaba en los relatos legendarios de Pseudo Abdias, recogida en las paginas de la Leyenda Dorada, escrita en el siglo  XIV por Jacobo de Vorágine, configuró unos convencionalismos y unos atributos representativos de cada Apóstol, referidos siempre a episodios de su leyenda y muy especialmente a su martirio.
Cuando el Greco pinta sus Apostolados, circulan otros por Europa. Son aquellos  de un carácter severamente clásico y a cuerpo completo, en forma de grabados, de Marco Antonio Raimondi y estaban basados en dibujos de Rafael. También tienen éxito los más dramáticos de Agostino Carraci, y los esbeltos y nerviosos de Parmigianino. De cuerpo entero o los de medio cuerpo de Golzio o los de los hermanos Wierix, que igualmente ofrecieron varias series siguiendo modelos de Raimondi o Durero.
            Rechazados posteriormente los relatos legendarios de la época medieval, mantuvo la Contrarreforma[2], sin embargo, los atributos más característicos: las llaves de San Pedro, la espada de San Pablo, el cáliz de San Juan , la cruz en aspa de San Andrés, el cuchillo de San Bartolomé, la sierra de San Simón, la alabarda de San Judas Tadeo, el garrote de Santiago el Menor, el libro o la bolsa de San Mateo, la escuadra de Santo Tomás, el hacha de San Matías, el bordón de peregrino de Santiago el Mayor o la cruz de San Felipe.
Estos atributos eran seguidos por la mayoría de artistas en sus representaciones. Pero el Greco no quiso seguir los pasos de estos sino crear series diferentes, propias, personales y libres. Un apostolado creado por él. Para ello prescinde de algunos atributos de los mencionados. A veces los intercambia. También se presenta a veces arcaizante al recoger elementos que en su tiempo se solían suprimir como el dragoncillo diabólico que sale de la copa de San Juan[3] o el diablo encadenado de San Bartolomé y que es alusivo también a una leyenda medievaL[4].
El Greco realizó varias series de apóstoles a lo largo de su vida. Existe un Apostolado completo en la Catedral de Toledo que se conoce allí ya desde el siglo XVIII y otro depositado también en Toledo en el Museo y Casa del pintor. Son de ¾, un tamaño superior al de busto prolongado. Dentro de los Apostolados podemos decir que destacan los de menor formato[5] y  son cabecera de serie de los siguientes. Aparecen en ellos los ya mencionados atributos de los apóstoles con las peculiaridades ya mencionadas. Aparte existiría otro Apostolado conocido durante la guerra civil en el pueblo de Almadrones (Guadalajara) que se dispersó por diversos puntos de la geografía mundial. De él se conservan cuatro obras en el Museo del Prado de Madrid  y el resto de los apóstoles en colecciones particulares y museos en los Estados Unidos. Este Apostolado tendría idéntico formato que el de Oviedo.
Se conocen otros por referencias, más o menos antiguas, y se sabe que o se dispersaron por el mundo o definitivamente se perdieron. Se sabe de uno que estuvo completo en el siglo XIX en la colección del canónigo sevillano López Cepero y luego en el siglo XX en la colección Henke de la propia Sevilla. Pero se dispersó y vendió por el galerista americano Mr. Seligman de Nueva York. También se conoce otro de igual forma dispersado por el anticuario americano Sr. Arteche aunque su tamaño y calidad era inferior a los mencionados[6]. Aun  hay noticias de algunos apóstoles y grupos completos en los siglos XVII pero no es posible determinar si dichos apóstoles mencionados formaban parte de Apostolados o si eran obras independientes unas de otras.
Los Apostolados, al completo constaban de 13 cuadros. El Greco concebía estas obras siempre con el Cristo. Además sabemos que estudiaba la disposición exacta que tendrían los Apóstoles una vez ubicados en la Iglesia para la que estaban destinados. Una vez que recibía el encargo, el Greco visitaba el templo destino de los mismos. Así pintaban a seis apóstoles mirando a su derecha y otros seis mirando a su izquierda pues irían colgados en paredes paralelas de la Iglesia y en el frontal sería el Cristo bendiciendo. Para este era para el que dirigían sus miradas loas apóstoles. Sabemos que  el Greco hacía un estudio a la carta. Además usaba una gama cromática importante porque sabía que serían colocados en unos lugares determinados con una iluminación concreta. Incluso su punto de vista, siempre elevados sobre los fieles que podían contemplarlos desde abajo y que hacía que, los cuadros estuvieran concebidos para contemplarlos así. De echo, y vistos en la corta distancia den una errónea sensación de inacabados que llevó a errores a restauradores mal encauzados que intentaron corregir y acabar la supuesta inacabada obra del maestro.


EL APOSTOLADO DE OVIEDO
Se incorporó al Museo de Bellas Artes de Oviedo tras una limpieza y restauración efectuada en 1997-1998. Se determinó  que es uno de los más antiguos de los conservados. Seguramente sobre él fijó el Greco los prototipos que luego se repetirían una y otra vez en los restantes Apostolados añadiendo ligerísimas variantes. Por este motivo lo tomo como ejemplo y dedico estas páginas al mismo.
            Consta de 12 cuadros ya que falta el Cristo. Se conoce un Cristo en Reggio nell´Emilia en Italia, ubicado en una galería y al que llaman el “Cristo que bendice” que podría ser el ausente de la serie de Oviedo tanto por su tamaño como estilo y forma y colorido. El tamaño del de Oviedo, que es pequeño formato, hace que no aparezcan los atributos al completo. Esto podía causar confusión y por este motivo se escribió en los cuadros en su parte superior izquierda o derecha del nombre del apóstol en letras de oro.
Sabemos que esto se llevó a cabo una vez muerto el Greco y con el fin de aclarar las dudas que surgieran por la parcialidad con que se ven los atributos mencionados. Pero si bien pretendían dar claridad, llevan a confusión porque esa misma falta de atributos provocó errores al escribano a la hora de nombrar a cada uno de los Apóstoles,  por tanto unos nombres se colocaron acertados y otros son erróneos y no corresponden con el apóstol  representado.
También todos los cuadros están firmadas por las letras griegas delta y theta. Del Apostolado de Oviedo podemos decir que la primera referencia que tenemos es de Francisco Pacheco que describe el taller del maestro y su modo de trabajo en una visita que realiza al mismo en 1611 y lo menciona pues este apostolado servía de catálogo y muestra para los clientes que visitaban los talleres del pintor en Toledo.
Sabemos que sigue allí hasta su muerte, momento en el que lo adquiere el hidalgo don Juan Eusebio Díaz de Campomanes que lo compra en Sevilla. Pasó por herencia en 1746 a su hermano don Arias que muere en Madrid en 1763. Este lo donaría al convento de San Vicente en Oviedo. En esta época se le efectuó una restauración según el libro de cuentas del citado entre 1770 y 1773. Lamentable y desafortunada restauración pues se cometieron errores y se retocó la pintura para “corregir” algún trazo. Llegan a las manos de fray Atilano Gonzalez Diego, posiblemente tras la exclaustración del convento y en su testamento lo otorga a las monjas de San Pelayo[7]. En 1893 ya se identifica como un Apostolado del Greco y era descubierto con alborozo por la Comisión Provincial de Monumentos según lo comunica D. Luis Menéndez Pidal, miembro de la anterior, a la Academia de San Fernando.
Gracias al Marques de San Feliz, que intervino para que no se efectuara una venta en 1905[8] se queda en Oviedo pagado por este, y en depósito y propiedad de las monjas de San Pelayo que pretendieron su venta para conseguir fondos. El Marques se hizo cargo pagando los cuadros a las monjas pero dejándoselos a ellas.
Las restauraciones que tuvo la serie  podrían deberse a un modesto pintor  ovetense  llamado Francisco Reiter (1736-1813)[9].
En cuanto a la técnica utilizada en estos Apostolados, el Greco aplicaba a un lienzo de lino una imprimación de sulfato de calcio y cola para darle más consistencia. Luego le daba una capa rojiza oscura. Después aplicaba el blanco sólo donde iba a tener el cuadro mayor luminosidad restregando el resto hacia la oscuridad del cuadro. Aplicaba el color más intenso en las zonas más claras.  De todas formas siempre dejaba que aflorara el blanco. Esta era una técnica que aprendió de Tiziano.
También se puede observar alrededor de la cabeza unos halos de santidad que salen simplemente al dejar aclarado el entorno de la cabeza frente  al oscurecimiento del resto del cuadro haciendo contraste pero las malísima restauraciones llevaron al traste algunos de los cuadros de el apostolado perdiéndose ese efecto. Pinceladas cortas en los ojos y la barba y sobre un detalle extremo de pulcritud en las manos que son de una calidad extrema siempre obtenida de la pincelada breve. Es San Juan Evangelista una de las únicas obras completamente pintadas por el Greco que hay en este apostolado.
            Sin dejar de lado la calidad soberbia de Santiago el Menor o de San Pablo como  ejemplos de la refinada técnica alcanzada por el maestro en un momento especialmente afortunado.
Es importante mencionar también que el Greco se refería con atributos arcaicos y desfasados a cada uno de los apóstoles. Esto lo utilizaba para crear una personalidad propia en sus obras que saliera de los roles anteriores procedentes de los Apostolados que ya mencionamos. Lo que hace con este arcaísmo es acometer una nueva estructura formal en sus obras no solamente en tamaño sino en iconografía haciendo que sean  cabecera de lista para pintores y escultores posteriores. Un detalle de este aspecto es el de la carta de San Pablo, escrita en griego en su mano en donde se supone que además reivindica su origen cretense.
Corrió una leyenda negra en el siglo XIX en el que se decía que Greco tomaba como modelos a gente sacada de los manicomios. Esto se produjo por esas miradas turbias, esa extrema flaqueza. Pero a posteriori se ha tenido que considerar su genialidad y no su locura como el origen de esta forma magistral de pintar. El alcance del estudio sobre el Apostolado del Greco es muy importante y no solamente desde la Historia del Arte sino incluso desde la propia medicina. Existen estudios médicos basados en el Apostolado de Oviedo sobre los defectos congénitos de los rostros que pintó el maestro (ojos, mandíbulas, estrabismo, etc…)
Como conclusión debemos de pensar que Greco ha sido una figura oscura durante muchísimos años, hasta casi finales del siglo XIX, en el que se considera un pintor que anticipó el arte contemporáneo pues da prioridad a la forma y al color olvidando el naturalismo. Durante mucho tiempo se pensaba que Greco quería plasmar una extrema religiosidad pero parece ser que según últimas investigaciones de esto no hay nada. Simplemente lo que quería era sublimar la forma. 
No fue un pintor reconocido en su época porque su concepción del arte era muy contemporánea y dejaba tras él el naturalismo italiano pues quería construir en torno a la forma y en torno al color. Jorge Oteiza escultor contemporáneo en la basílica de Nuestra Señora de Aranzazu ejecutó un apostolado mediados del siglo XX en el que se puede apreciar perfectamente las influencias del Greco en su obra escultórica como quiera destacado en el mol de cemento que descansa en el museo de bellas artes de Oviedo junto al apostolado del Greco.
BIBLIOGRAFÍA

  • ALVAREZ LOPERA, J. El Greco. La obra esencial. Silex, Madrid, 1993.
  • BUSTO HEVIA, G. El Apostolado de Oviedo del Greco. Estudio Integral, Oviedo, 2004.
  • PEREZ SANCHEZ, A. El Greco. Apostolado de Oviedo. ACERALIA, Ediciones El Viso. Oviedo, 2002
  • PEREZ SANCHEZ, A y varios. El Greco, Apostolados. Fundación Pedro Barrié de la Maza, La Coruña, 2002
  • WETHEY, H.E. El Greco y su escuela. Madrid, Guadarrama, 1967.

[1] Historia social de la literatura y el Arte, Londres 1951, Madrid 1957. 
[2] Durante la contrarreforma se utiliza una pintura con marcadas características iconográficas en la que los atributos eran fundamentales. Estas series fueron muy utilizadas durante todo el periodo de la Contrarreforma para ganar la guerra a los protestantes que no creían en la intermediación de los Santos, ni de los Apóstoles.
[3] Alusivo al intento de envenenamiento que la leyenda le atribuye y que la Contrarreforma omite, convirtiendo el Cáliz en símbolo eucarístico.
[4] La leyenda narraba como el Apóstol encadenó al diablo que poseía a la hija del rey de Armenia.
[5] Se les conoce como pequeño formato o de busto prolongado.
[6] PEREZ SANCHEZ, A. El Greco. Apostolado de Oviedo, p.10.
[7] No se cita ya al Cristo ni el autor de la obra y si se dice textualmente 12 cuadros.
[8] Émile Parés, anticuario francés pretendió su compra a la Nunciatura. Si se hubiera llevado a cabo, probablemente este Apostolado se habría dispersado como otros.
[9] Según Javier Gonzalez  Santos. PEREZ SANCHEZ, El Greco. Apostolado de Oviedo.  p. 14.

OTRAS ENTRADAS