NIETZSCHE Y ZARATUSTRA - ESTÉTICA, BELLEZA Y ARTE

Foto de la portada del libro “Así habló Zaratustra” en su primera edición en 1883. Fuente: Wikipedia.

Zaratustra[1] vuelve de su exilio en la montaña para hablar del superhombre a las gentes... Con su descenso de la montaña se inicia esta obra escrita entre 1883 y 1885. Un descenso que va más allá de la mera descripción, sino que simbólicamente zambulle a Zaratustra en el mundo inferior al más claro estilo de los clásicos griegos, en la oscuridad del mundo. Una bajada al contacto con los hombres para hacerles llegar una buena nueva.


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Música: "Amanecer". Fanfarria Inicial. Poema Sinfónico Opus 30
 "Así Habló Zaratrustra" de Richard Strauss (1896)

“Así Habló Zaratustra, un libro para todos y para nadie” (Título original en alemán: Also sprach Zarathustra. Ein Buch für Alle und Keinen) No se trata de una novela, claro está, ni tampoco de un ensayo filosófico, sino de una obra incalificable en cuatro partes, que puede situarse sin lugar a dudas entre los libros clave de la historia de la humanidad tanto por su calidad literaria como por la influencia de su mensaje.

APUNTE BIOGRÁFICO

Como planta, nací cerca del camposanto; como hombre, en la casa de un párroco de aldea (…) al lado de la carretera comarcal que va desde Weißenfels hasta Leipzig y que pasa por Lützen, se halla la villa de Röcken. Se encuentra rodeada de sauces, álamos y olmos aislados, de modo que desde lejos sólo se ven sobresalir las elevadas chimeneas de piedra y el antiquísimo campanario sobre las verdes cimas. En el interior del pueblo hay anchos estanques separados unos de otros por estrechas franjas de tierra. En torno a ellos, verde frescor y nudosos sauces. Algo más arriba se encuentra la casa parroquial y la iglesia; la primera está rodeada de jardines y de prados arbolados. Muy cerca se halla el cementerio, repleto de lápidas semienterradas y de cruces. Tres acacias majestuosas de amplias ramas dan sombra a la propia casa parroquial. Aquí nací el 15 de octubre de 1844 y, a causa del día de mi nacimiento, se me bautizó con el nombre de «Friedrich Wilhelm»[2].



Tras estudiar muchos modos de comenzar este trabajo, he escogido las palabras del propio  Also sprach Zarathustra. Ein Buch für Alle und Keinen  para empezar este apunte biográfico. De esta manera, melancólica y sublime, describe Nietzsche su propio nacimiento. Pensador cuya influencia alcanza nuestros días desmontó la filosofía Occidental desde el análisis de su religión y su cultura. Su figura en la filosofía moderna sigue siendo materia de estudio, odio o admiración.  Se le estudia como poeta,  filósofo o filólogo. Alemán  de cuna, suizo de adopción,  es considerado por su “voluntad de poder”[3] como uno de los “Maestros de la sospecha”, junto con Karl Marx y su materialismo económico o Sigmund Freud y su inconsciente dinámico expresado en el deseo sexual, la frustración y la agresividad[4].

Meditó sobre las consecuencias del triunfo del secularismo de la Ilustración, expresada en su observación «Dios ha muerto», de una manera que determinó la agenda de muchos de los intelectuales más célebres después de su muerte.

Hijo y nieto de pastores protestantes, se educó en un ambiente religioso. Estudia filología clásica en las universidades de Bonn y Leipzig, a los veinticuatro años obtuvo la cátedra extraordinaria de la Universidad de Basilea; pocos años después, sin embargo, abandonó la docencia, decepcionado por el academicismo universitario. La vida del filósofo fue volviéndose cada vez más retirada y amarga a medida que avanzaba en edad y se intensificaban los síntomas de su enfermedad, la sífilis[5]

En 1882 pretendió en matrimonio a la poetisa Lou Andreas Salomé, por quien fue rechazado, tras lo cual se recluyó definitivamente en su trabajo. A través de sus cartas encontramos los reflejos de sus vivencias y sufrimientos más íntimos y de sus heroicos esfuerzos por no sucumbir ante los síntomas de su enfermedad. De sus conflictos amorosos y de su obstinada oposición contra la figura y la música de Wagner, con el que tuvo una profunda amistad que se convirtió en odio. A Nietzsche se le ha acusado incluso de ser iniciador con su pensamiento del ideario del nazismo[6].

Foto 1- Una de sus últimas fotos. Extraída de: Google Images.
Casi 11 años loco. Se creía investido de un poder sobrenatural. Instantes de lucidez le dejaba más, haciéndole darse cuenta del estado en que se hallaba. En él encontramos un hombre atormentado y cariñoso que asumió con valentía su soledad como precio de su rebeldía contra la mezquindad intelectual y de su compromiso incondicional con una verdad difícil de soportar por sus coetáneos. 


Un intelectual orgulloso, un hombre todo sensibilidad e imaginación, todo pasión y nervio, asistiendo de este modo a la desintegración de su propia inteligencia. ¡Cómo debió de sufrir! Dicen los biógrafos  que en sus cartas tenía la manía, la obsesión, de firmar: “El crucificado”. Muere en Weimar en el verano de 1900.
NIETZSCHE Y ZARATUSTRA

Nietzsche utiliza la figura de un profeta: Zaratustra, para usarlo como portavoz de sus propias ideas. El personaje va conversando con diferentes hombres, mujeres y criaturas que se encuentra por el camino y a las cuales lleva su mensaje.

La obra completa en un volumen único, pero tal cual la conocemos en la actualidad, no fue publicada hasta 1892[7]El estilo es lírico, lleno de metáforas y de neologismos formados a partir de la flexibilidad ideológica de la lengua alemana. Formado principalmente por episodios más o menos separados, las historias de Zaratustra pueden leerse en cualquier orden. Parodia constantemente a los textos religiosos, en especial a La Biblia y sus formas: las retóricas y las parábolas. Nietzsche se sirve de la figura de Zaratustra para desarrollar y enlazar los cuatro elementos principales sobre los que se asienta toda su obra y que son exhaustivamente tratados a lo largo de este libro: la muerte de Dios, el superhombre, la voluntad de poder y  el eterno retorno de lo idéntico.

Nietzsche no deja títere con cabeza en su labor de destruir la filosofía al uso y las ideas más comunes sobre la religión, Dios, el arte, la literatura, los doctos, los virtuosos, la cultura, la poesía...

Pero dejando aparte lo irritantes que puedan ser sus planteamientos para personas de hoy en día, no se le puede negar su grandísimo talento. Hay capítulos de una gran hondura y profundidad, soliloquios donde el autor se encuentra con su propio ser; otros son demoledores; la mayor parte atesoran una riqueza conceptual y una belleza que arrebatan. De entre todos los escritos de Nietzsche, es sin duda “Así habló Zaratustra” el que el autor tiene en más alta estima. Con él cree haber superado toda la literatura preexistente.

“Entre mis escritos ocupa mi Zaratustra un lugar aparte. Con él he hecho a la humanidad el regalo más grande que hasta ahora ésta ha recibido. Este libro (...) no es sólo el libro más elevado que existe, (...) es también el libro más profundo, nacido de la riqueza más íntima de la verdad...”

Nos cuenta en su obra, mediante un relato argumental sencillo, como a los 30 años (nótese que es en la treintena la misma edad con la que Cristo comienza su vida pública) Zaratustra marcha al retiro de las montañas, acompañado de sus dos animales simbólicos: el águila, que representa el orgullo, y la serpiente, la inteligencia. Aislado del mundo aprende y crece su sabiduría hasta que cree que ha llegado el momento de trasmitírsela a la humanidad.

Dicho y hecho, mientras desciende se encuentra con un ermitaño “que no ha oído todavía nada de que Dios ha muerto". Cuando llega la ciudad y, al encontrar el pueblo reunido en el mercado, cae en el error de hablar a todos y no hablar a nadie. A cambio recibe burlas y consigue el más espantoso de los fracasos. Pero Zaratustra les ha enseñado la doctrina del superhombre, mostrándoles además la imagen del último hombre.

Después de enterrar a un acróbata que había sufrido un accidente, mientras realizaba su peligrosa profesión, Zaratustra descubre una nueva verdad: la de que no se debe hablar al pueblo, y decide entonces “cantar sólo para los eremitas solitarios o en pareja, para quien desee escuchar con el objetivo de abrumarlos con mi felicidad". Entonces, se retira de nuevo al monte. Y así termina el Prólogo de Zaratustra.

La primera parte se inicia con un discurso sobre las tres transformaciones: como el espíritu se convierten camello, y el camello en león, y por último, el león en niño. A continuación desarrolla el tema de la muerte de Dios. Trauma que ha de dejar de pesar sobre el hombre para que éste pueda conquistar  este mundo que es suyo, y no el “otro” mundo. Ataca entonces a las virtudes, auténticas adormideras, y a todos los que intentan sustraerse a su cuerpo y a esta tierra, a los que despreciaron el cuerpo y predican la muerte como liberación.

En algunos de sus sermones nos relata las peregrinaciones y diálogos de Zaratustra con los elegidos para ser sus discípulos. Los parajes relativos a la amistad, al matrimonio, a las mujeres, ofrecen apuntes autobiográficos, si bien elevados a un plano general. Por último, Zaratustra predica “la muerte libre” para los incrédulos y termina de la virtud futura: la que hace regalos en contra de las virtudes convencionales. Se despide de sus discípulos y torna la soledad como consejo para darles, para que “se encuentren ellos mismos. Sólo cuando todos hayáis renegado de mi,  volveré a vosotros”.

La segunda parte comienza con un Zaratustra aguardando que la semilla que plantó de sus frutos. Entonces sueña que su doctrina esté siendo tergiversada. Ha perdido a sus discípulos y ha de volverlos a buscar. El tema clásico que desarrolla entonces es la voluntad de poder. Es lógico que en los primeros capítulos dirija sus ataques contra los que se oponen a esa voluntad: los compasivos, los sacerdotes, los virtuosos, los sabios,  famosos, la chusma… todos abominan de la vida y su esencia, y se hallan dominados por espíritu de la venganza.

Tras tres capítulos de tono lírico se esboza el hombre que se libera del espíritu de la venganza contra la vida. Se nos explican también los viajes y aventuras de Zaratustra y del diálogo del “apóstol” con los lisiados y los mendigos. En el capítulo último, surge como un monstruo, el pensamiento del eterno retorno que provoca un grito de terror en el propio Zaratustra y a la continuación el silencio, a pesar de todos los  requerimientos. Finalmente, por la noche huye solo, abandonando a sus discípulos.

La tercera parte debía ser, según el primitivo plan de su autor, la última, y la resolución de los enigmas tal como se planteó la segunda: el pensamiento del eterno retorno del que Zaratustra calló. Duda de nuevo en proponerlo y siente casi miedo en expresar su idea: una y otra vez el autor levanta barreras para que su protagonista no lo haga. Zaratustra se embarca y durante la travesía cuenta a los marineros un sueño que acaba de tener: “la visión de enigma que produce espanto y continúa inexpresada”. Sólo el hombre puede librarse de ese temor que le atenaza como una culebra en la garganta, mordiendo y arrancando la cabeza del monstruo y arrojándola lejos. Al descubrir el procedimiento, Zaratustra ríe como jamás nadie rió. El pensamiento del eterno retorno aflora una y otra vez y alcanza su más detallada expresión. Esta tercera parte finaliza con el comentario de la canción de amor al dolor, esencia del mundo, que aparecerá nuevamente al final de la última parte.

En la cuarta parte añadida, Zaratustra se ha retirado de nuevo meditar a su gruta y sus cabellos se han tornado blancos. Entonces decide “pescar” nuevos discípulos en las más altas sierras. Los “hombres superiores” son atraídos por el canto de la felicidad del maestro. Entonces sucede la última tentación: su compasión por estos hombres. Allí se halla el adivino, los soberanos que han abandonado el trono, el sabio, el mago, el Papa que ha dejado la tiara, el hombre más feo, el mendigo por propia iniciativa, el viajero y su sombra... El apóstol les da la bienvenida y celebra con ellos una especie de Comunión y después “la fiesta del burro”[8].

Sin embargo, no son éstos los que Zaratustra aguarda. Espera su signo que llega en forma de riente león y la bandada de palomas. Los “hombres superiores” se atropellan, huyendo con espanto. El apóstol ha superado finalmente su última tentación y marcha de su caverna ardiente y fuerte como un sol matinal que viene de oscuras montañas. Enigmático símbolo, el más cargado quizá de significado.

Nietzsche parte de la pérdida de la fe en Dios y en la inmortalidad del alma. Pero esa vida que se afirma, que pide siempre ser más, que pide eternidad en el placer, volverá una y otra vez. El autor utiliza entonces una idea procedente del filósofo griego Heráclito. La del eterno retorno de las cosas.

Cuando estén realizadas todas las combinaciones posibles de los elementos del mundo, quedará todavía un tiempo indefinido por delante y entonces volver a empezar el cielo y así indefinidamente. Todo lo que acontece en el mundo se repetirá igualmente una y otra vez. Todo volverá eternamente, y con ello todo lo malo, lo miserable, lo vil[9].

Pero el hombre puede ir transformando el mundo y así mismo mediante una transmutación de todos los valores, y encaminarse hacia el  superhombre. De este modo, la afirmación vital no se limita a aceptar y crear la vida de una sola vez, sino infinitas veces.

También el autor se opone a todas las corrientes igualitarias, humanitarias y democráticas de la época. Es un afirmador de la individualidad poderosa. El bien máximo es la misma vida, que culmina en la voluntad de poder. El hombre debe superarse, terminar en algo que esté por encima de él, tal y como el hombre está por encima del mono; esto es superhombre.

Se trata de una nueva idea de la moral. Valorará únicamente la vida, fuerte, sana, impulsiva, con voluntad de dominio. Esos lo bueno, y todo lo débil, enfermizo o fracasado es malo. La compasión es por eso el sumo mal. En su valoración del esfuerzo y del poder, es uno de los grandes pensadores que más ha exaltado el valor de la guerra: la guerra le parece ocasión de que se produzca una serie de valores superiores, el espíritu de sacrificio, la valentía, la generosidad, etc.

Frente al hombre industrial  y utilitario de la burguesía del siglo XIX, afirma la idea del caballero, del hombre animoso pujante que entiende la vida generosamente. Y estas ideas, mal digeridas, fueron caldo de cultivo para los totalitarismos del siglo XIX.

NIETZCHE: ESTETICA, BELLEZA Y ARTE

En Zaratustra el laberinto de la concepción nietzscheana del arte se enriquece con nuevos elementos. Zaratustra dice que está cansado y nauseado ante la mentira. Recoge una larga lista de indicios que motivan a este juicio, pero la razón central aparece inequívoca: el poeta miente demasiado porque se siente en consonancia con la naturaleza. El poeta que miente demasiado es por un lado, aquel que le da forma a pensamientos sublimes, pero también, por otro lado, aquel que exalta más allá de la medida la potencia falsificante de su arte, aquel que ve en él el símbolo de la creatividad.

El arte que Zaratustra quiere es arte pagano, metáfora total del Anticristo. El arte en Nietzsche es el contra-movimiento respecto al ascetismo judeo-cristiano. Su naturaleza es esencialmente anti-pesimista. “Creería sólo en un dios que supiese danzar” está escrito en el Zaratustra.

¿Cómo es posible este arte? parece evidente que el lugar de este arte, es utopía. El arte europeo esta estrechamente ligado a una visión divina del hombre y del cosmos. Teología y arte se presentan históricamente indisolubles. El arte contemporáneo no parece, por muchos lados, más que el negativo de tal visión. Sobre el término Idea es posible la construcción de la total “estética” europea. La hegeliana muerte del arte -que Nietzsche retoma- no es más que efecto de la disolución del cosmos.
Zaratustra está cansado y asqueado de un arte que quisiera, hacer revivir la Gloria perdida, fingir un mito ya sepultado. Pero más allá de esta náusea se abre una alternativa decisiva: o la poesía deviene solamente repetición; o la poesía, atravesando el infierno de esta inteligencia logra existir como palabra viva que recoge el instante como individuo. Una nueva concepción del cosmos y del tiempo, radicalmente opuesta al nihilismo de la historia europea. Para Nietzsche,  sólo por el Arte es que se justifica una existencia humana; y cuando se refiere a ella entiende el filósofo una existencia bajo clave de dolor. El Arte existe a costa del dolor del hombre. Así, el  autor centra el tema de la cultura en general y el Arte en especial, en la siguiente dicotomia: llegar al bienestar del mayor número de personas o conseguir que sólo unos pocos tengan una buena vida. Los "individuos" han de "subordinarse al bien de los individuos supremos, que son los hombres creadores". Sobre la base de la explotación del trabajo de los demás, son estos individuos[10] los que crean las obras de Arte. La opción por la cultura y el arte de la mayoría lleva, en el pensamiento de Nietzsche, a una degeneración del Arte que supone renunciar su excelencia para conformarse con el gusto de la muchedumbre y de las masas.

La formación del Arte descansa sobre un fondo terrible, dice el propio filósofo que "a fin de que haya un suelo amplio, profundo y fértil para el desarrollo del arte, la inmensa mayoría ha de someterse en régimen de esclavitud al servicio de una minoría, que explotará más allá de la medida de sus necesidades individuales y necesario para la vida”.

Este sistema social está justificado en principios estéticos y sólo por ellos esta justificada tanta crueldad. La crueldad del pensamiento de Nietzsche es consecuencia de un pensamiento estético sin Dios. En este pensamiento, lo bello termina por diluirse con lo malo. Hay que decir, para tener una clara visión de conjunto, que tres han sido las variantes del modelo Estético sin Dios. Una la de Nietzsche que sustituye a Dios por la Estética excelente. La segunda es la comunista, que sustituye a Dios por el Estado y la plebe, y tiene como resultado la destrucción del Arte[11]. La tercera es nihilista, la nada. De estas tres posiciones la más audaz es la de Nietzsche, porque en ella se intenta salvar a costa de todo la excelencia del arte mismo, un arte que aparece como nuevo dios para el hombre y quiere del hombre que sea Dios.

Nietzsche termina con una cuestión retórica que resume de nuevo su posición estética: "¡cuánto tuvo que sufrir este pueblo para ser tan bello!". Durante un tiempo, Nietzsche verá reflejado su pensamiento en la música de Richard Wagner. Para el filósofo el renacimiento cultural estaría representado en el “Sigfrido” de Wagner.  

Hay que decir que Wagner y Nietzsche compartieron una parte del camino del pensamiento estético, pero no todo. Wagner efectivamente compartía el elitismo estético de Nietzsche, señalando incluso que el "supremo fin del hombre es el artístico" Pero Wagner no dejo de ver los aspectos religiosos de la Estética: "Podría decirse que, donde la religión se hace artificial, queda reservado al arte salvar el núcleo de la religión" y este sería el punto en el que más incidiría Nietzsche para separarse de Wagner. La exploración Estética de Nietzsche, como un modelo de Estética sin Dios, termina en una disolución de lo bello en lo malo.

Pero Nietzsche no está interesado en la elaboración de una estética como un dominio filosófico “especial”. Producción artística e interpretación del producto artístico son ambos problemas filosóficos. No existe “autonomía” del arte respecto a lo filosófico, así como no existe “autonomía” de lo filosófico respecto al arte.

La artes como una especie de “culto de lo no-verdadero”. En el arte el “genio de la mentira” resurge en su pureza -el poder de la mentira se muestra en toda su luz y belleza. Aquella voluntad de poder que nos permite reducir la cruel realidad, contradictoria y “sin sentido” del mundo a nuestra necesidad de “vivir” -aquella voluntad de poder que es la “gran creadora de la posibilidad de vivir”- pone sus nervios al desnudo en el arte. “Tenemos el arte para no perecer frente a la verdad”.
El arte es para Nietzsche, un colmo, un exceso de poder plasmante y formante, una fuerza capaz de armonizar los contrastes más violentos, y por tanto, en grado de teorizarlos, de estar frente a ellos con ojo despejado.

 A MODO DE CONCLUSIÓN CRÍTICA

Uno de los motores esenciales del pensamiento nietzscheano fue recoger el guante del desafío nihilista y hacerle frente. Ésta es la tarea que impulsa hacia la transformación de los aspectos trágicos y abismales de la existencia en un camino hacia y afirmación de la vida. Nietzsche comparó su empresa con la del capaz de convertir en oro el barro de la vida: sufrimiento, muerte, absurdo, aburrimiento, soledad y desgana. Vivir creativamente es la respuesta nietzscheana a la gran amenaza. No hay que vivir con la cabeza abatida por el espanto sino alzada orgullosamente a pesar de todo. Saber vivir es saber cultivarse y hacer de la propia vida una creación. Dar estilo propio a la vida, forjar un gusto, es lo que nos individualiza y distingue. Mucha gente encuentra este libro tremendamente complejo. Entre sus obras más recomendadas: "Más allá del bien y del mal" y el “Anticristo”. Quizá leer más de una obra del autor sirva para comprender mejor. Pero la experiencia de releer "Así habló Zaratustra" es algo único y no deja indiferente a nadie. Sus frases poseen la resonancia de lo mítico y de ahí que calen tan hondo en las mentes impresionables.

El modelo de Nietzsche ha ensayado una Estética sin Dios. Nietzsche se funda en la convicción de que el «arte y nada más que el arte» no sólo es un «estímulo para la vida», sino también aquello que puede enseñar a vivirla y a que sea posible y soportable. El arte sería así la «actividad metafísica fundamental» del hombre frente a la «negación de vivir» y a instancias de la que merma el sentido de la vida, expresado en el cristianismo y, en definitiva, el nihilismo.

Para finalizar, tenemos que otorgarle el merito de ser un autor que introdujo, como ningún otro, una cosmovisión que ha reorganizado el pensamiento del siglo XX. A veces cuando, voy dando un paseo por los museos de arte contemporáneo en los que veo estatuas decapitadas, y veo sangre y me las presentan como formas de arte, y veo como la maldad termina con la belleza, pienso que todo ello es la consecuencia de un concepto estético, el Nietzscheniano.

FUENTES DE CONSULTA
  • CHAMBERLAIN, L.: Nietzsche en Turin: Los últimos días de lucidez de una mente Privilegiada: una biografía intima. Gedisa, 1998.
  • BATAIELLE, G.: Sobre Nietzsche. Taurus, Madrid, 1972.
  • NIETZSCHE, F.: Así habló Zarathustra. Biblioteca de los grandes pensadores. RBA Colección, 2002.
  • NIETZSCHE, F.: Así habló Zaratustra. Edición de José Rafael Hernández Arias. Madrid: Valdemar. 2005.
  • NIETZSCHE, F.: De mi vida. Escritos autobiográficos de juventud (1856-1869), Valdemar, Madrid, 1997.
  • SAVATER, F.: Nietzsche. Dopesa. Barcelona, 1980.
  • VALADIER, P.: Nietzsche y la crítica del cristianismo, Cristiandad, Madrid, 1982.
  • SANTIAGO GUERVÓS, L. E.: Arte y poder. Aproximación a la estética de Nietzsche. Colección: Estructuras y Procesos. Filosofía. Madrid: Editorial. 2004.
EN INTERNET:
SEDEN. SOCIEDAD ESPAÑOLA DE ESTUDIOS SOBRE NIETSCHE: http://www.estudiosnietzsche.org/

CINE:
El día que Nietzsche lloró (2007)  105 minutos. Director. Pinchas Perry
Produce Millennium Films. 



[1] Este es el nombre del protagonista de la obra. Un filósofo que a lo largo de su diáspora proporciona enseñanzas. Su nombre,  Zaratustra, se ha tomado el nombre del antiguo profeta persa que fundó el Zoroastrismo. También recuerda al apóstol iraní del Mazdeísmo (s.VII a.C.), doctrina basada en la lucha constante del bien contra el dios del mal. El libro usa una forma poética de ficción y satiriza a menudo el Nuevo Testamento para explorar muchas de las ideas de Nietzsche. Aparece escrito como Zoroastro, Zaratustra o Zarathustra indistintamente.
[2] Extraído de Escritos autobiográficos de juventud Escrito el 18 de septiembre de 1863.
[3] El concepto de la voluntad de poder en el pensamiento de Nietzsche ha cobrado muchas interpretaciones, siendo la más notable la apropiación por el Nazismo como el deseo por el poder y del poder (poder entendido en este caso como el concepto más limitado de "dominación").
[4] El término “Maestros de la sospecha” se debe al filosofo y antropólogo francés Paul Ricoeur (1913-2005) quien lo acuña y se refiere a los tres como: “Los tres tienen en común la denuncia de las ilusiones y de la falsa percepción de la realidad, pero también la búsqueda de una utopía”. Hoy esta expresión no deja de ser uno de los tópicos culturales del siglo XX
[5] En la actualidad se reconoce el valor de sus textos con independencia de su atormentada biografía y su enfermedad pero  durante algún tiempo la crítica atribuyó el tono corrosivo de sus escritos a la sífilis, enfermedad que padecía desde joven y que terminó por ocasionarle la locura.
[6] Tras su fallecimiento el 25 de agosto fue su hermana quien manipuló sus escritos, aproximándolos al ideario del movimiento nazi, que no dudó en invocarlos como aval de su ideología; del conjunto de su obra se desprende, sin embargo, la distancia que lo separa de ellos.
[7] El libro en  tres partes se publicó entre 1883 y principios de 1884. En 1885, Nietzsche decidió editar una cuarta parte de Así habló Zaratustra, originalmente destinada a ser la primera parte de una nueva obra, Mediodía y eternidad, compuesta a su vez por tres volúmenes, que nunca llegó a completarse. Esta cuarta parte permaneció circunscrita al círculo de amistades del autor -que realizó una edición privada de 40 ejemplares- hasta su publicación en 1890.
[8] La Fiesta del Burro es una sátira mordaz de la última cena de Jesucristo.
[9] Recuerda también a “la rueda del destino”  de los cultos orientales como el brahamanismo y el budismo.
[10] Nietzsche, a esos hombres les llama "faros luminosos". Admite que no mejoran la humanidad, sino que ellos encarnan las posibilidades mejores y las hacen intuitivas. Pero solo cobra sentido dentro de una sociedad con esclavos que es necesaria para que en ella los mejores puedan dedicarse al Arte. 10. La premonición crítica de Heinrich Heine en su Libro de Canciones (1855): "Con sus rudos puños trituran las imágenes marmóreas de mi querido mundo del arte”.
[11] Sartre.



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